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Gibón

Gibones

Los gibones pertenecen a un género, los hilobátidos, en el que, junto al siamang, forman diecisiete especies distintas. Frente a otros animales hominoideos como el ser humano o el chimpancé, se distinguen por vivir solo en los árboles, ser más pequeños, tener los brazos más largos respecto del cuerpo, ser monógamos y moverse haciendo péndulo con los brazos (braquiación).

Hábitat de los gibones

El hábitat natural de estos animales es la selva, bajo los trópicos y muy lluviosa, de China, la India, Indonesia y las islas de la zona (Borneo, Java, Sumatra). Viven en zonas con árboles de los que se alimentan, y los siamangs optan por las zonas más altas, debido a que prefieren alimentarse de hojas y no de frutas, que escasean en altitudes elevadas. Los gibones, a diferencia de otros monos, son capaces de sobrevivir relativamente bien en zonas arbóreas y taladas.

Los gibones están en serio peligro de extinción, así como el siamang. La gran presión poblacional del sudeste asiático, unida a la deforestación en aquella zona, está dejando a estos primates bajo mínimos. Algunas especies, como el gibón de manos blancas, ya se han extinguido. Otras, como el gibón plateado o el de Hainan, están a punto de hacerlo: solo cuentan, respectivamente, con aproximadamente 250 y 20 individuos registrados. Otras amenazas a las que se enfrentan son ser cazados para la muestra en zoos, como mascotas o incluso para comer o usar su cuerpo como componente de medicamentos. Es un mercado subrepticio que proporciona bastante dinero.

Características de los gibones

Los gibones, como ya hemos apuntado, son más pequeños que los grandes primates. La especie de mayor tamaño, que es el siamang, no abarca más de metro y medio ni supera los 13 kilos de peso. La mayoría de las demás especies son bastante menores, entre los 44 y los 63 centímetros de largo y los 4 y los 8 kilos de peso. Aparentemente no se observan diferencias físicas notables entre los machos y las hembras y carecen de rabo. Suelen andar erguidos y ser delgados.

Tienen un pelo que cambia según la edad y el sexo que tengan, desde en negro al blanco, e incluso hay bastantes diferencias dentro de una misma especie. En general, el pelaje se les va oscureciendo con la edad. Es áspero y a veces se acumula en mechones alrededor de la cara que son muy distintivos. Es muy llamativa y característica la nariz con las fosas nasales pegadas y orientadas hacia abajo. Una característica única que tienen es el dedo pulgar: cómo es y cómo lo mueven. Al desplazarse, se alinea con el resto de los dedos, pero cuando están usando objetos, se opone al resto como los de los humanos.

Cómo se comportan

El gibón, como es habitual en los primates, es un animal que vive en grupos y que defiende sus predios con ahínco, imponiéndose sonora y visualmente. Sus vocalizaciones pueden escucharse incluso a más de un kilómetro de distancia, sobre todo cuando la pareja que controla una zona forma un «dueto» al que a veces se apuntan sus crías. Asimismo, los machos cantan para marcar el territorio o atraer congéneres sexuales, y ocasionalmente las hembras.

Se mueven en grupos que suelen tener unos 4 individuos de media, una pareja con dos crías, que se mantienen muy juntos físicamente y por medio del acicalamiento. Excepto el gibón de cresta negra, no hay poliginia entre ellos. En caso de que se les expulse de la sociedad, tardar años en formar una agrupación nueva. Ocupan territorios desde el kilómetro y medio hasta los 6 kilómetros cuadrados, desplazándose hasta más de un kilómetro al día.

Se alimentan a base de pulpa de fruta, sobre todo de la que es pequeña y de colores vistosos. Comen en familia, evitando así competir con monos más grandes que ellos de los alrededores. En lugar de concentrar los menús en dos horas concretas, lo hacen a lo largo del día (entre 9 y 10 horas) hasta poco antes de que anochezca. Además, muchas especies ingieren también las hojas tiernas de los árboles y unos pocos insectos, para tener proteínas.

Tienen un interesante sistema de locomoción y de vocalizaciones para comunicarse. En cuanto al apareamiento, forman parejas para toda la vida, a fin de proteger más eficazmente su pequeño reino. Los científicos creen que ello se debe a que dependen de frutas que están dispersas y son pequeñas. Cada dos o tres años, según haya o no comida, dan a luz crías.

 

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