El oso malayo es reconocido en el mundo entero por su afición a los cocos, fruto muy común en los países tropicales. Su poco peso corporal (comparado con sus primos hermanos los osos pardos u osos polares) le permite llegar sin mayores contratiempos a los frutos, que se ubican en lo alto del árbol. Los cocoteros pueden alcanzar los cinco metros de altura, y hasta allí llegan los osos malayos.
Los estudiosos asumen que los osos malayos se dividen en dos subespecies: Helarctos malayanus malayanus y Helarctos malayanus euryspilus. La manera más simple de distinguir a un oso malayo es gracias a una marca que ostenta en el pecho en forma de V. Su pelambre es de color negro, mientras que sus manchas son de color anaranjado.
Si bien el oso malayo hace referencia al país asiático Malasia, en realidad no es solo allí donde habita, sino en otros territorios cercanos como es el caso de la península de Indochina, Malaca (estado de Malasia), la nación de Tailandia y la isla Borneo (considerada como la tercera mayor isla del mundo). Todos los sitios mencionados se encuentran en Asia, región del mundo muy rica en especies animales y vegetales.
Son muy conocidos de estos países sus bosques tropicales, ubicados en la zona intertropical. Los animales y plantas que viven allí están adaptados a un clima tropical, con temperaturas superiores a los 24 °C y una alta humedad. Es precisamente en este tipo de hábitat que se desarrollan con calidad de vida los osos malayos. Existen tres tipos de bosques tropicales: bosques tropicales secos (también llamados de estación seca); bosques tropicales estacionales (ubicados en su mayoría en el sur de Asia) y los bosques tropicales lluviosos.
En cada uno de estos bosques se encuentran grupos de osos malayos en estado natural. Los especialistas afirman que estos animales son capaces de vivir libremente hasta 25 años de edad. No obstante, se tienen referencias de que en cautiverio los cuidadores son capaces de prolongarles la vida hasta los 28 años de edad.
La longevidad en cautiverio se debe, sobre todo, a que los biólogos y cuidadores reproducen la dieta natural que podrían comer los osos malayos en sus bosques natales. Además, se suma que los osos en cautiverio no corren el riesgo de la caza indiscriminada a la que es sometida la especie por diversos motivos entre los que se encuentra la caza deportiva, la venta de pieles o las creencias religiosas.
Los osos malayos son reconocidos en la comunidad académica como los osos más pequeños de su especie. Su peso corporal no alcanza las proporciones de otros úrsidos (nombre científico: Ursidae). No obstante, existen diferencias de peso entre las hembras y los machos osos malayos, siendo estos últimos los más grandes.
Además, los osos malayos tienen diferencias sustanciales con sus primos hermanos (los osos pardos y los osos polares) ya que estos tienen un cuerpo alargado y no tienen abundante pelaje en los pies y las manos. Los de cuerpo más ligero, con las extremidades (manos y patas) más alargadas que otros úrsidos.
Para la alimentación y la supervivencia en medios naturales, los osos malayos emplean con mayor efectividad su olfato (cuentan con un hocico muy grande) ya que su vista y su oído no son muy efectivos.
Si bien estos animales son amantes de la carne, también incluyen en su dieta otros alimentos como las frutas y los huevos.
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