Las serpientes, también conocidas como ofidios, son reptiles que pertenecen al orden de los Squamata o animales escamosos, al igual que las iguanas, los lagartos y los camaleones. Caracterizadas por la ausencia de extremidades, las serpientes son animales que han sobrevivido desde el período Cretácico, y al día de hoy, se registran más de 3460 especies en todo nuestro planeta, aunque solamente 450 de ellas son de tipo venenosas. Te invitamos a que leas nuestra categoría sobre las serpientes para aprender de estos reptiles.
Tabla de contenidos
Tamaño: 10 cm – 6 metros
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Nombre científico: Serpentes
Número de especies: 3500
Peso: 200 gramos – 100 kilogramos
Longevidad: 9 años
Alimentación: Carnívora
Dieta: Todo tipo de animales
Reproducción: Ovípara
Distribución: Todo el planeta menos la Antártida
Período de incubación: 2 – 5 meses
Origen: 280 millones de años
Existen serpientes que pueden medir desde los 10 cm hasta los 10 metros de longitud. El esqueleto de estos asombrosos reptiles se compone de una gran cantidad de vértebras. Por ejemplo, las pitones poseen 400 de estas estructuras óseas, mientras que las víboras apenas 200.
Si se trata de las mandíbulas, la gran mayoría de las serpientes dispone de músculos muy fuertes, capaces de devorar presas enormes en unas pocas horas. Además, la mandíbula superior no se encuentra fuertemente fijada al cráneo, lo que le aporta mayor flexibilidad para engullir animales de gran tamaño en una sola pieza.
Otro rasgo común a las serpientes es la ausencia de extremidades, aunque se ha podido comprobar que las pitones y las boas poseen extremidades muy diminutas en su parte posterior (sin embargo, no participan en la locomoción, sino en las labores reproductivas).
Por otra parte, la cola de estos animales de sangre fría representa el 20% de la longitud de su cuerpo, y este a su vez se encuentra recubierto por una piel de escamas. Los párpados de las serpientes también son escamas transparentes y siempre se encuentran cerrados.
Cada cierto tiempo, la piel es renovada de una sola vez, algo que les permite a las serpientes eliminar parásitos y reponerse de las heridas.
Las serpientes no tienen extremidades, se mueven con las escamas ventrales.
Al no poseer extremidades, estos animales deben valerse de sus poderosas escamas para desplazarse por el terreo. En específico, las escamas ventrales son las que favorecen el movimiento hacia delante e impiden que la serpiente se desvíe hacia los lados.
A través de pequeñas ondulaciones que efectúa con su cuerpo, las serpientes logran así desplazarse a gran velocidad, y tan poderosas son sus escamas ventrales, que en algunas ocasiones, puede moverse incluso en línea recta.
La gran mayoría de las serpientes presentan un sentido de la visión muy pobre, razón por la cual deben valerse de su lengua para reconocer olores e interactuar con el medio que les rodea. Con un movimiento característico hacia arriba y hacia abajo, estos reptiles muestran su lengua y la devuelven a la boca para analizar la información y descubrir si se trata de comida o un peligro inminente que las acecha.
Al ser de tipo bífida, su lengua es capaz de reconocer un amplio espectro de aromas, e incluso, la dirección de donde provienen tales olores. Por otra parte, es necesario destacar que las serpientes no poseen oídos, y para escuchar, se apoyan en las vibraciones del terreno.
No obstante, algunas especies poseen visión infrarroja, lo que les permite determinar el calor de los objetos y animales a su alrededor. A través de sus sentidos, las serpientes pueden incluso expulsar la comida que acaban de engullir, en caso de que deban escapar.
Las serpientes existen en nuestro planeta hace unos 150 millones de años atrás. Los restos fósiles encontrados han podido determinar que los orígenes evolutivos de las serpientes estas especies evolucionaron a partir de lagartos acuáticos que podían llegar a medir hasta 15 metros de longitud.
No obstante, las serpientes han reducido su tamaño con el tiempo, algo que puede explicarse con la migración desde el agua hacia la tierra. Las mandíbulas articuladas también son un signo de evolución en las serpientes. Además, se creía que estos animales poseían extremidades y orejas que desaparecieron paulatinamente.
Las serpientes tienen muy pocos depredadores naturales: felinos, armadillos, mangostas, cocodrilos e incluso culebras que se alimentan de serpientes. Fuera de esto, el ser humano es el único responsable de la conservación de estas especies.
En muchos países, la carne de serpiente es muy solicitada, aunque la deforestación y la urbanización de algunas regiones también atenta contra la vida de estos reptiles. Con respecto a su hábitat, las serpientes no acostumbran a desplazarse grandes distancias, por lo que son habituales en regiones selváticas y zonas tropicales de temperaturas constantes.
Aun así, estos animales también pueden ser vistos en desiertos y sabanas, bajo la tierra, en el agua, y hasta en los árboles.
Las serpientes prefieren los lugares fríos y húmedos.
La alimentación de las serpientes es de tipo carnívora, por lo que su dieta se compone de mamíferos, aves, insectos, peces, anfibios, e incluso ejemplares de su misma especie. Al no poseer estructuras dentales apropiadas, las serpientes deben engullir completamente a su presa (pueden consumir animales que superan su tamaño).
Durante la digestión, una serpiente permanecerá completamente inmóvil con tal de reponer las energías gastadas. Además, y dado el largo proceso de digestión, estos animales pueden pasar meses sin alimentarse. Al mismo tiempo, algunas especies se valen de su veneno para quebrar los tejidos de la presa. Aunque las serpientes venenosas son muy conocidas, también existe otro grupo que emplea la estrangulación como técnica de caza, estas son las serpientes constrictoras.
Como mencionábamos anteriormente, las mandíbulas de estos reptiles son extremadamente flexibles, por lo que pueden engullir animales muy grandes, como ciervos, monos y antílopes, aunque también se alimentan de huevos, caracoles, lagartijas, insectos y roedores, siempre comenzando por la cabeza. Se ha podido comprobar que las serpientes utilizan carnadas como gusanos y pequeños insectos para atraer a sus presas y devorarlas.
Como todos los reptiles, las serpientes son ovíparas, o sea, que ponen huevos. En el caso de la boa, esta es de tipo ovovivípara, ya que pone huevos pero los incuba en su interior hasta que eclosionan. Desde el punto de vista evolutivo, el desarrollo del huevo amniótico supuso una gran ventaja para la adaptación de estos animales.
Rodeado de líquido amniótico y con la presencia de una yema que da alimento a la cría, esta puede sobrevivir durante todo el período de incubación sin dificultades, además de que el caparazón del huevo previene la deshidratación. El proceso de reproducción de las serpientes ocurre generalmente durante la primavera y el verano, aunque esto también quedará condicionado por la disponibilidad de alimentos y las variables climáticas.
El macho llamará la atención de las hembras y peleará con sus adversarios para luego copular a la hembra. Finalizado el apareamiento, el macho proseguirá su camino, en parte obligado por la hembra que adoptará una conducta agresiva en lo adelante.
Generalmente, el período de incubación tomará entre dos y cinco meses. Tras la eclosión, la madre abandonará el nido, y las nuevas crías deberán cuidar por sí mismas a partir de ese momento.
Las serpientes pueden habitar en los árboles o permanecer en el suelo todo el tiempo, en dependencia de si tienen buena visión o no. Algunas especies pueden llegar a vivir hasta los 40 años, pero el período de hibernación durante el invierno es común a todas las serpientes.
Generalmente, estos animales buscan los lugares fríos, y se consideran animales solitarios y aislados. Rara vez podrán verse dos serpientes juntas, a excepción de la época de reproducción y de hibernación.
Las hembras no se diferencian mucho de los machos, por lo que estos, cuando encuentran un ejemplar de su especie, deberán acercarse para cerciorarse primero de que se trata de una hembra. Por su parte, las hembras son las que determinan si se aparearán o no, aunque aún se desconoce cómo se realiza el proceso de selección.
No suelen ser animales muy agresivos, pero si son territoriales.
El veneno de las serpientes es un tema muy popular entre científicos y aficionados de la biología. No obstante, no todas las serpientes son venenosas, y su principal funcionalidad no es para defenderse, sino para inmovilizar o matar a sus presas. Se trata de una especie de saliva que se expulsa a través de colmillos especiales llamados vipéridos.
Estos colmillos presentan una cavidad especial que inyecta el veneno cuando entra en contacto con la piel. En el caso de las cobras, estas presentan colmillos acanalados por los cuales desciende el veneno. Acompañado de las toxinas, el veneno también presenta agentes que favorecen la digestión de los alimentos, y en sentido general se encuentra compuesto por proteínas tóxicas que pueden dañar los tejidos, la sangre y el sistema nervioso.
Al mismo tiempo, la saliva de una serpiente venenosa contiene una enzima muy poderosa capaz de separar el tejido conjuntivo para favorecer la difusión del veneno en las mordeduras.
Nuestro planeta alberga más de 3000 especies y tipos de serpientes, algunas pequeñas, otras totalmente inofensivas, pero sin duda alguna, las que más interés despiertan en nosotros son las serpientes de gran tamaño, y por supuesto, las venenosas. Veamos un pequeño resumen de estos dos grupos.
La pitón reticulada puede pesar casi media tonelada.
Vídeo de una serpiente comiéndose un cocodrilo.
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