Las tortugas, que a menudo reciben el nombre de quelonios, son animales que pertenecen al orden de los reptiles, al igual que las serpientes, los cocodrilos y los lagartos.Como parte de su clasificación, las tortugas se dividen en dos tipos: acuáticas y terrestres, y según las investigaciones realizadas, se conoce que estos animales existen en la tierra desde el período Triásico, o sea, hace unos 220 millones de atrás (compartían la tierra con los dinosaurios). Si quieres aprender mucho más sobre estos animales acorazados, te recomendamos que nos sigas leyendo.
Tabla de contenidos
Tamaño: 6 cm – 2,2 metros
Clase: Sauropsida
Orden: Testudines
Nombre científico: Testudines
Número de especies: 220
Peso: 95 gramos – 700 kilos
Longevidad: 100 años
Alimentación: Omnívora
Dieta: Frutas, hojas, animales
Reproducción: Ovípara
Distribución: Todo el planeta
Período de gestación: 80 días
Origen: 260 millones de años
Tanto las tortugas marinas como las tortugas terrestres, poseen cualidades comunes y características de la especie, como por ejemplo su duro caparazón. Esta formación ósea, fusionada con la columna vertebral, se compone de placas que van aumentando de tamaño con los años.
Para endurecer su caparazón y defenderse de los depredadores, las tortugas toman el sol varias veces en el día, y en cuanto a sus colores y diseños, estos varían en dependencia de la subespecie, el género, y las condiciones climáticas. Por otra parte, las tortugas presentan cuatro extremidades y una cabeza grande y característica que puede ocultar dentro de su caparazón cuando se encuentra en peligro.
En cuanto a los ojos, estos son capaces de distinguir los colores, pero no poseen una visión muy acertada. El pico de las tortugas, en el caso de las especies marinas, es de formación dura y puntiaguda, mientras que sus patas anteriores representan verdaderas aletas para impulsar su movimiento por el agua.
Una tortuga en estado adulto puede alcanzar los 30 centímetros de longitud, aunque se conocen especies mucho más grandes. Al igual que los reptiles, las tortugas son ectotérmicos, lo que en otras palabras, significa que se encuentran fuertemente ligadas con la temperatura exterior (cuando arriba el invierno suelen entrar en un período de hibernación).
Su principal característica y defensa es su caparazón.
Al poseer un duro caparazón, las tortugas no podrían respirar por medio de su caja torácica, razón por la cual se valen de sus músculos abdominales que bombean la faringe, muy similar al movimiento del diafragma en los humanos.
Por otra parte, se conoce que las especies marinas poseen una adaptación que les permite retener el oxígeno por largos períodos de tiempo, aunque también han desarrollado otras técnicas. Por ejemplo, algunas tortugas son capaces de absorber el agua mediante su ano para extraer el oxígeno y conducirlo a los pulmones.
Además, se ha podido comprobar que estos animales también pueden respirar a través de su piel, e incluso, de su lengua.
La longevidad de las tortugas es un aspecto que siempre ha llamado la atención de los seres humanos. Se han registrado casos de tortugas que logran vivir por más de 100 años. Las tortugas marinas, por ejemplo, pueden vivir entre 150 y 200 años, aunque otras estimaciones sitúan este período entre los 80 y 100 años.
Hasta el momento, se ha podido determinar que las tortugas habitan en la tierra desde hace 280 millones de años, específicamente desde el período triásico. Su origen se establece a partir del Captorhinus, una especie de reptil prehistórico que no superaba los 60 cm de largo.
A partir de su evolución, dio paso a los Odontochelys, una especie reconocida como la primera tortuga de nuestro planeta. En este sentido, las tortugas son mucho más antiguas que las serpientes o los lagartos. Por otra parte, se conoce que las tortugas fueron, en un principio, animales terrestres. 50 millones de años después, una parte de esta especie pasó a ser enteramente acuática.
Las tortugas prefieren los ambientes húmedos y ventilados. Durante el invierno, es común que decidan hibernar para protegerse de las altas temperaturas. La presencia de agua en el hábitat de estos animales es indispensable, no sólo para beber, sino también para bañarse y mantener su cuerpo hidratado constantemente.
Bien es conocida la adaptabilidad de las tortugas para sobrevivir en una amplia variedad de ambientes. Las tortugas terrestres habitan en bosques, desiertos y selvas tropicales, y a lo largo de los años han logrado hacer frente a condiciones extremas como las sequías y el calor. Por otra parte, las tortugas marinas son habituales en ríos, lagos y mares.
Tal ha sido su nivel de adaptación, que solamente acceden a la tierra para colocar sus huevos. Básicamente, las tortugas marinas prefieren las cuencas oceánicas y playas tropicales. Con gran frecuencia, son capaces de navegar grandes distancias para buscar alimento.
De esta manera, algunas poblaciones de tortugas viven entre Japón y California, aunque también existe una amplia distribución desde las costas chilenas hasta Alaska.
Las tortugas varían su alimentación en dependencia de su hábitat. En el caso de las especies terrestres, estas son enteramente herbívoras y basan su dieta en una amplia variedad de verduras, frutas, hortalizas, e incluso pasto. Además, estas tortugas consumen también pequeñas piedras que le abastecen de calcio.
No obstante, las tortugas marinas han adoptado otro tipo de dieta, y como tal, presentan una dieta carnívora y omnívora que incluye peces, moluscos, algas, esponjas, crustáceos y corales. En algunos casos, se ha podido comprobar que las tortugas se alimentan además de pulpos pequeños y medusas.
Como rasgo común, cabe destacar que las tortugas poseen un metabolismo de lenta acción, o sea, que necesitan de largos períodos de tiempo para digerir su comida adecuadamente. En algunos ambientes desérticos, las tortugas han desarrollado un rasgo evolutivo que les permite racionar el agua en el interior de su vejiga.
La mayoría son herbívoras, pero otras comen carne.
Como evidencia de su gran adaptación, se conoce que, según la dieta particular de las tortugas, así será la disposición de su mandíbula y boca. Por ejemplo, algunas tortugas marinas (tortugas verdes) poseen picos dentados capaces de arrancar las algas y el pasto marino, mientras que otras subespecies (tortuga boba) constan de una potente presión en sus mandíbulas, algo que les facilita la labor de quebrar conchas y caracoles de mar. Por otra parte, existen tortugas (tortuga laúd) con un pico puntiagudo capaz de perforar a las medusas.
Generalmente, las hembras alcanzan su madurez sexual a la edad de nueve años, mientras que los machos se encuentran listos para la reproducción a la edad de siete. Para fecundar a la hembra, el macho debe rivalizar con otros ejemplares (las peleas consisten en voltear el caparazón de su adversario para inmovilizarlo), tras lo cual montará a la hembra y fertilizará los huevos con su esperma.
Los huevos se formarán tras dos semanas, y las hembras realizarán pequeños agujeros en la tierra (10 centímetros) y colocará allí los huevos, los cuales pueden ser de cuatro a 100 en dependencia de la especie. En un período entre 70 días y un año de acuerdo a la especie, las crías eclosionarán y abandonarán el huevo con un tamaño aproximado de cuatro centímetros.
Un dato curioso en este aspecto es que las hembras no necesariamente fecundarán tras la copulación, sino que pueden almacenar el esperma por espacio de varios años. En la mayoría de los casos, las crías tendrán una posibilidad muy reducida de sobrevivir. Si lo logran, podrán llegar a medir desde 25 cm hasta dos metros de largo en dependencia de la especie.
Actualmente, existen seis subespecies de tortugas marinas, todas ellas bajo amenaza de extinción. Los principales factores de su situación tan deplorable son la captura accidental, la pérdida de su hábitat, la contaminación oceánica y la caza furtiva. Generalmente, las tortugas marinas terminan ahogadas cuando quedan atrapadas entre las redes de pescas elevando el riesgo de peligro de extinción de las tortugas.
Al mismo tiempo, la urbanización y el desarrollo del turismo en algunas zonas terminan también afectando la vida de estos animales y las condiciones que necesitan para anidar en las costas del mar. Al mismo tiempo, las tortugas son muy solicitadas por el ser humano, ya que su carne se considera “erróneamente” un potente afrodisiaco, además de que se utiliza su caparazón y piel para fabricar objetos artesanales y herramientas.
En otros ámbitos, las tortugas también son cazadas y comercializadas como mascotas, y en la mayoría de los casos, sus dueños no les proveen de todos los cuidados que necesita. Dentro de sus depredadores naturales, algunas aves, mamíferos, e incluso reptiles se alimentan de sus huevos, mientras que los ejemplares adultos pueden ser devorados por perros, gatos salvajes, cocodrilos y lobos. En el caso de las tortugas marinas, cuando arriban al mar, también pueden ser víctimas de delfines y tiburones.
La amenaza más importantes viene de la mano del ser humano.
Las tortugas no son diestras nadadoras, por lo que, cuando se encuentran en peligro, es muy poco probable que intenten huir. En la mayoría de los casos, estos reptiles deciden guarecerse en los sargazos y en la vegetación del entorno. Aun así, la principal línea de defensa de las tortugas es la de recoger sus extremidades y cabeza. De este modo, cuando dejan de nadar y comienzan a moverse a merced de la corriente, los depredadores las confunden con un simple objeto.
Documental sobre el viaje de las tortugas.
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