Igual que nosotros los humanos, los perros pueden padecer alergias. Los alérgenos o responsables de estas alergias caninas más habituales son el polen, las escamas, los ácaros, las picaduras y la saliva de pulga. Pero también lo son algunos productos caseros, químicos e industriales e incluso ciertas carnes o cereales. Podemos consultar con el veterinario que nos informará más exhaustivamente de los alérgenos que pueden afectar a nuestro perro.
Los síntomas de las alergias varían según el tipo de alergia, claro. Comezones o placas hacen su aparición, de modo más o menos evidente, causando en el perro desde molestias leves hasta fuertes picazones. Muchas veces, con un examen regular podemos llegar a descubrirlas. La evolución posterior de la alergia puede convertirse en la formación de cortezas, o arrastrar segundas infecciones y provocar a veces incluso problemas digestivos.
La alergia puede manifestarse de modo episódico o permanente. Las zonas en las que suelen presentarse en la cabeza son los labios, las orejas y el contorno de los ojos. El cuerpo es una zona muy sensible, sobre todo las patas y la grupa. Las alergias de contacto se manifiestan más a menudo sobre los labios, el aparato genital o el vientre.
Para el cuidado de las alergias, lo más conveniente es acudir al veterinario, para que nos recete los productos o medicamentos que debemos administrarle al perro. Estos pueden ser desde champús específicos a medicinas para alergias o crisis graves. Es esencial también el veterinario para analizar en profundidad al perro y así determinar la naturaleza del alérgeno y poder tratarlo.
La identificación de las alergias en ocasiones es larga y laboriosa y exige una colaboración entre el propietario del perro y su veterinario. Un perro alérgico será sensible a los alérgenos hasta incluso después de los diferentes tratamientos. Convendrá pues, evitar para siempre el contacto o la ingestión de los factores responsables.
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